Lei por primera vez a Oscar Wilde cuando tenia 11 años. No fue “El retrato de Dorian Gray”, fue “El príncipe feliz y otros cuentos”. No fue por una actividad del colegio, no me obligaron a hacerlo. El libro vino gratis con la suscripción de una revista que no recuerdo si le llegaba a mi mamá o a mi abuela Alicia. Ellas tomaron su revista y le dieron el libro “al niño”. Definitivamente, nunca sabremos el bien que hacemos hasta que llega el momento que Dios permita (si conviene) sea revelado. Gracias mami… o gracias abuela Alicia… “El príncipe feliz” hoy me ha servido para reflexionar mucho en mi vida espiritual.
Quien no haya tenido la buena fortuna de leer “El príncipe feliz” por una parte (la más importante) no sabe lo que se ha perdido pues es un cuento hermoso y por otra parte no podrá entender esta entrada al blog. La lectura no toma ni siquiera 20 minutos. Quien se anime a leerlo haga click aqui.
Muchísimo se ha escrito sobre las moralejas de este cuento. Desde la sátira del materialismo del “tanto tienes, tanto vales” hasta el “poder de darse a uno mismo”. Yo me mantendré al margen de la crítica. “El príncipe feliz” ha sido y es para mí una lección espiritual muy poderosa. Me gusta tanto hablar de la historia que estoy haciendo un gran esfuerzo por no contar detalle a detalle mis observaciones. Hay tanta poesía escondida en la narración. El príncipe feliz es un modelo a seguir. Eso le dicen las madres a sus hijos. Cuando niño yo me pregunte muchas veces: ¿será que debo ser de oro puro o será que debo ser feliz? La invitación permanente que como siervo de Jesús crucificado recibo cada día me exhorta a ser ambas cosas…
Leí que hacer una joya en oro es fascinante. El oro puro es, sino el mas, uno de los metales preciosos más valiosos que existe. Sin embargo, cuando se hace una joya de oro, este es combinado con otros metales para crear una aleación que da a la pieza otros atributos importantes como por ejemplo la dureza y la resistencia. Al hacer la aleación, la joya entonces ya no es de oro puro y por lo tanto es menos valiosa con respecto a su peso equivalente en oro puro. Este grado de pureza se mide en KILATES. Un kilate es 1/24 parte del 100% de pureza del oro. Para verlo más sencillo, Es como si al hacer una joya de oro tuviéramos que colocar 24 ingredientes (entre oro y otros metales que formaran la aleación) y todos ellos deben ser aportados en cantidades iguales. Asi entonces, si queremos construir una joya de 10K agregamos a la aleación 10 partes de oro y obtendremos una pieza que tiene 41.7% de pureza de oro. La piezas de 14K contienen 58.5% de pureza, las de 18K son 75% oro puro y las de 24K son como se entenderá 99.99% oro. El evangelio de Marcos explica esto en el capítulo 4, versículos 3 al 9. Estoy llamado a que mis obras sean del ciento por uno (o utilizando el lenguaje del que hablaba 24K).
La felicidad es, por definición: el “Estado de ánimo que se complace en la posesión de algún bien”. Esto no necesita mayor explicación. En la filosofía cristiana el bien supremo o sumo bien es el modo en que viven los justos en comunión con Dios y obedeciendo sus estatutos. Así puedo entender que mi felicidad no está en tener cosas o procurar cosas sino en vivir del modo que a Dios le agrade cultivando mi intimidad con El. Que interesante enseñanza me regala “El príncipe feliz” en apenas los primeros dos o tres párrafos del cuento.
Después en el cuento el príncipe nos propone la cuestión de la entrega propia (Romanos 12:1), de la compasión frente al sufrimiento del prójimo (Mateo 9:36), de poner a los demás por delante de uno mismo (Marcos 10:44). La golondrina hace lo mismo sugiriendo el gozo y la satisfacción de hacer lo bueno: “-Es curioso –observa ella- pero ahora casi siento calor, y sin embargo, hace mucho frio” (Mateo 5:16). Y después ella misma se vuelve los ojos del príncipe. ¿No es eso acaso, lo que muchas veces quiere Jesús que hagamos? Ser sus ojos para mirar con compasión y hacer algo; ser sus ojos y contemplar la grandeza de la creación.
Jesús es para mí, el Príncipe Feliz. Solo que en este cuento de la vida real no es solo una golondrina quien lo ayuda… sino millones, nosotros los cristianos. Hay cientos de miles que en el frio invierno de la vida han entregado al suya por ayudar al Príncipe a repartir consuelo y bendición a su gente. Después de haberse despojado de toda su belleza (Filipenses 2:8), creo que el Príncipe feliz de nuestra historia quedo así…
En un mundo tan devastado moralmente hablando, después de haber despojado de su belleza a la estatua viviente del Príncipe feliz han habido muchos que, como el alcalde en el cuento, han decidido derribar de sus vidas su figura, mandándolo a fundir en los hornos del orgullo y la prepotencia humana. Su corazón siempre prevalecerá nos dice el cuento y su destino estará eternamente relacionado a la golondrina. Cuanto tino tiene Oscar Wilde en relacionarlos usando esta palabra: “eternamente”.
Eternamente… la próxima vez que quiera ir a reunirme con mis hermanas golondrinas en Egipto pensare en esta palabra: ETERNAMENTE. Ojalá, aunque haga frio, consiga espacio a los pies del Príncipe para permanecer… quizá pueda ayudarle en algo si El me lo pide.