Existen opiniones divididas sobre si lo que a continuación voy a comentar sea veraz o no… no me importa ahora mismo su exactitud histórica sino la capacidad de ilustrar mi punto.
Se dice que en los tiempos del Renacimiento cuando se realizaban muy elaboradas estatuas de mármol, se lograban a punta de martillo y cincel… no era difícil estropear una obra maestra por un golpe de martillo mal dado. Esto suponía que todo el trabajo logrado por los artistas a lo largo de los días (las sencillas), los meses (las mas complejas) y hasta los años (las obras maestras) se estropeara. Cuando la necesidad apretaba y el tiempo apremiaba los artistas diseñaron una manera de “TIMAR” a los compradores de esculturas. Tomaban un poco de cera coloreada y rellenaban la imperfección con un poco de ella. Problema resuelto.
Sin embargo, cada vez mas la técnica se fue popularizando y ya no era tan fácil engañar a los dueños de las obras pues al colocarlas al sol inclemente, la cera eventualmente se opacaba, cuarteaba y/o derretía dejando a la vista de todos que las esculturas tenían imperfecciones… esto obviamente le restaba valor a la obra. Fue pues exigiéndose más y más la aclaratoria que pedían a los artistas si sus obras eran “SINE CERA” (Latin).
El vocablo fue popularizándose hasta el punto que al ofrecer las obras de los virtuosos se hacia alarde de que eran: “SINE CERA” es decir sin imperfecciones, sin errores, genuinas, de una sola pieza…
Las raíces latinas de nuestro Castellano convirtieron el termino en SINCERA y comenzó a usarse para referirse a palabras, actos o gestos libres de fingimiento como “SINCEROS”.
Repito… hay quienes debaten con argumentos bien fundamentados que esta explicación es inexacta. No es mi tema. Hoy me refiero a la sinceridad.
Algunas entradas atrás creo haber mencionado mi fobia por los vocablos “BENDECIDO” como respuesta obligatoria a la pregunta COMO ESTAS??? que le hacemos a los cristianos. No creo en eso… P. Roberto enseñaba hace días sobre esto en el “Encuentro de Oración y Sanación por los enfermos” cuando hablaba de la bendición. Palabras mas, palabras menos decía que el era muy escéptico a otorgar al poder de lo que decretamos con nuestras palabras, la capacidad de cambiar decisivamente nuestra realidad. Por ejemplo, ver desde dentro el drama de los millones de inmigrantes ilegales en los Estados Unidos me haría pensar que si esto fuera cierto, al todos empezar a “decretar” con fe y convicción que son “americanos” mas temprano que tarde les llegara por correo un pasaporte azul con un águila en la portada (no es burla, lo juro… es que necesito expresar contundentemente mi punto).
Me deprimo a veces… tengo pensamientos pesimistas casi cada hora de mi existencia. Creo que eso no me hace menos cristiano. Sueño cosas que no se dan. Hago planes que no se concretan (o no salen como los concebí). Deseo crecer económicamente como me es licito aspirar en bien de mi familia pero el fin de mes anuncia que de nuevo, la aspiración debe esperar al menos 30 días más. Quisiera vencer viejos vicios, malas practicas en mi lengua o mi proceder pero la luz de Dios después de “meter la pata” me recuerda que mi anhelo debe comenzar de cero cuando ya pensaba llevar camino recorrido.
Nos enseñaron que los mandamientos de la ley de Dios son diez. Si para Dios da lo mismo perdonar un asesinato que la codicia del auto del vecino… por matemática simple lo mismo le repugna que cometamos adulterio como que NO DIGAMOS LA VERDAD.
“NO ME LLEGA AUN LA PALABRA A LA LENGUA
CUANDO TU, SEÑOR, YA LA SABES TODA”
Salmo 139:4
Por que entonces fingirle a Dios… por que decirle que estoy bien, cuando no aguanto las ganas de llorar. Por que decir vacíamente “BENDECIDO” cuando me muero por pedirle a ese buen amigo que ore por mi.
“EXAMINAME, OH DIOS, Y SONDEA MI CORAZÓN
PONME A PRUEBA Y SONDEA MIS PENSAMIENTOS”
Salmo 139: 24
Ya no se valora la verdad… la sinceridad ha quedado como socialmente prohibida pues el entorno dicta que solo los mas fuertes y los mejor capacitados son los que subsisten. Ya los papas pueden ir a misa todos los domingos (para dar ejemplo a sus hijos) pero pueden decir mentiras “blancas” delante de su hijos (dándoles ejemplo de esto también). Cuando se aceptaron o inventaron actos impuros “blancos”, o asesinatos “blancos”, o adoracion “blanca” a falsos dioses. EL PECADO ES PECADO. Como el veneno es veneno. Como el fuego es fuego. Por que darnos licencia para mentir a los demás… y peor aun para mentirle a Dios.
Cada vez detesto mas la conducta que aprendí… ESTOY BIEN!… La verdad por momento no lo estoy y no es pecado sentirlo… pecado seria no admitirlo. Hoy en la mañana en mi oración finalmente vi directriz en esto con Dios. Cuando ofrecí mi adoración, El me descubrió… me dijo: ese corazón que me estas dando no es “SINE CERA”. Me alegra que me alabes, me alegra que me agradezcas pero me entristece que no estés libre de fingimiento cuando se trata de tu inconformidad sobre ciertas realidades de tu vida (humanas y espirituales).
En ese momento fue como introducir en un horno enorme mi escultura… y toda la cera se derritió al instante.
Ahí quedo mi corazón con todas sus imperfecciones… con el montón de “martillazos mal dados”, asustado de que el “comprador” rechazara mi obra por imperfecta y fue justo entonces cuando me embargo confianza… certeza de saber que eso era lo que andaba buscando.
Cuánto poder se desata cuando podemos expresarnos libres de fingimiento. Ser sinceros! Descubrirme, ser exacto en lo que me pasa y tener confianza de decirlo. Papa Francisco decía hace unos días a los seminaristas y las novicias en un encuentro en el Vaticano que no había que tener miedo o reserva de confesar sacramentalmente nuestro pecado al confesor… porque es Jesús mismo con quien hablamos… porque es Jesús mismo quien nos perdona.
Al terminar este post, lo siguiente que haré es ver los horarios de confesiones aquí en la Diócesis. No aguanto las ganas de hacer una cita con El, que me escuche y que descubra mi corazón “SINE CERA”.
Nota: Esta obra se llama TRUTH AND FALSEHOOD de Alfred Stevens. Esta en el museo VICTORIA & ALBERT MUSEUM en Londres. Me quede viéndola una y otra y otra vez tratando de encontrar un martillazo “mal dado”. Gracias a esta imagen nació este post.
¡Sin-cera-mente. Estupendo!
Como nos encanta echarle capas y capas y no de relleno de cera, sino de barniz, para que la gente y Jesús no sólo no noten las imperfecciones que tenemos, sino que nosotros adornamos nuestras fallas de tal manera que parezcan virtudes. El barniz es peor, no solo porque daña la escultura sino porque engaña a la vista, ¡a la de los hombres claro! a la del Señor nunca.
Un abrazo Juan. Buen Post!