Raros sentimientos se parecen a aquel que experimentamos el dia antes en el que sabemos la vida nos cambiará…
Hablo no de los inesperados: un accidente o el anuncio de una mala noticia familiar. Sino a los que hemos esperado, algo que hemos planificado y es inevitable o necesario… Por ejemplo, una boda al dia siguiente. A mí me paso. Fue darme cuenta que la vida ya no sería igual. Subía de nivel, de responsabilidad. O el nacimiento de un hijo, a mí no me ha pasado aún… Pero supongo que la noche anterior no dormiría pensando en como será? Que sentiré al tenerlo en los brazos? Que pasará cuando nos digan OK ya no más enfermeras cuidandolo… Llevenselo y de aquí en adelante es su responsabilidad. De nada mas escribirlo me entran nervios. Son momentos trascendentales… Después que eso pase nada será igual.
Es cuando tienes conciencia de que después del dia siguiente pierdes el control de tus decisiones, de tus sueños y te mudas a la tierra de lo inesperado… Ahora mismo recuerdo la noche del viernes 13 de noviembre de 2010. Al dia siguiente volabamos a Orlando para comenzar una nueva vida. Habiamos hecho lo mejor que podiamos por tener todo bajo control pero sabiamos que NO TODO PODIA SALIR 100% SEGÚN LO PLANEADO. No queda otra en esos momentos sino soltar el timón y dejar que Dios controle todo.
Moriría por conocer el sentimiento humano de Jesús esta noche. Él era consciente de que mañana sería el comienzo del fin. Su serenidad como Dios le mantenía en calma… Pero al ser verdaderamente hombre, creo que alguna mariposa revoloteo en su estomago pensando en lo entusiasmado que estaban los doce por celebrar mañana la pascua.
“Si supieran… Si entendieran a que me referia cuando dije mi momento está cerca. Padre, ya llega el tiempo. Si mamá estuviera esta noche conmigo me recostaria de su regazo y acariciandome el pelo como tantas noches me durmió, me pediría que dijera algo que ella siempre decía en momentos de contrariedad. Le honro a ella esta noche diciendo lo que me enseño: Padre, hágase…”
Se volteó y trató de dormir.